Fue la noche del 26 de abril de 1986 cuando el mundo en el que vivimos, cambió.
Pocas personas sabían, lo que a partir de aquel momento podría suceder,
y de cómo iba a cambiar el mundo. Fue a la una y veintitrés minutos de
la madrugada, cuando se hacía realidad la profecía de Juan. En aquel
momento estalló el reactor número 4 de la central de Chernobyl.
Los vecinos, aquella horrorosa noche, pudieron ver una brillante luz, muchos,
sobrecogidos por su hermosura, salieron a verla, muchos, se temían lo peor.
Aquella brillante luz era la explosión de dicho reactor, desprendiendo al exterior
una gran radiación, contaminando todo lo que tocaba a su paso.
'[…] y cayó del cielo una gran estrella, ardiendo como una antorcha, y cayó sobre la
tercera parte de los ríos, y sobre las fuentes de aguas. El nombre de la estrella es Ajenjo.
La tercera parte de las aguas se convirtió en ajenjo y muchos hombres murieron a causa de
esas aguas, porque se hicieron amargas'
Cierta o no la profecía, se cumplió. Pero más paradójico es que, la traducción literal de
Chernobyl, del ucraniano al castellano, es ajenjo. ¿Casualidad?
Aquél día, el mundo cambiaría, para bien o para mal, la radiación emitida por el reactor
durará más de veinte mil años.
Más de diecinueve pueblos fueron deshabitados. Más de medio millón de personas resultaron
fallecidas por las exposición a la radiación. Los primeros síntomas eran mal estar de estómago,
nauseas, diarreas con sangre, dolor de cabeza… pero, a los pocos días, la piel se volvería en
algunas zonas, bastante oscura. Aparecerían cánceres, los órganos, poco a poco se irían
descomponiendo… Ésta es la verdad sobre lo que pasaría los próximos días, y el motivo de que en
la actualidad, Chernobyl, Prypiat… y muchas más, podrán caer en el olvido de muchos, pero muchas
familias lo recordarán, pues gracias a los liquidadores, se pudo construir el sarcófago que contiene
en su interior, la central nuclear.